En el transcurso del censo cuyo objetivo era el reparto de las heredades, la Torá interrumpe en dos ocasiones la secuencia temática y relata acerca de los hijos de Koraj y las hijas de Tzelofjad. Aparentemente, lo que tienen en común es que ni el padre de las jóvenes ni los hijos de Koraj fueron partícipes de la rebelión de Koraj y por ello son merecedores de una heredad.
Después de casi cuarenta años, Moshé vuelve a censar a los hijos de Israel. en esta ocasión, el objetivo del censo es claro-“Para éstos será repartida la tierra en herencia” (Versículo 53).
En dos lugares del capítulo fue interrumpido el conteo sistemático y son descriptos dos hechos que no tienen relación directa con el mismo: primero, en las familias de la tribu de Reuvén, al mencionar a los hijos de Eliav, Nemuel y Datán y Aviram, la Torá señala: “Es Datán y Aviram los convocados a la asamblea, los que habían hecho contender contra Moshé y contra Aharón en la asamblea de Koraj, cuando ellos contendieron contra El Señor…pero los hijos de Koraj no murieron” (Versículos 9-11)
A continuación, cuando la Torá menciona a la familia Jefer de los hijos de Menashé, agrega: “Pero Tselofjad, hijo de Jefer, no tenía hijos sino hijas, y el nombre de las hijas de Tselofjad era: Majlá y Noá, Joglá, Milká y Tirtzá” (Versículo 33). ¿Por qué estos hechos son mencionados en este capítulo?
A partir de la continuidad de la Parashá (sección) se infiere, que existe un nexo conceptual entre las hijas de Tselofjad y el episodio de Koraj. Ya que de hecho, cuando vinieron las hijas de Tselofjad a pedir heredad a fin de que no sea omitido el nombre de su padre de la familia, ellas enfatizan: “Nuestro padre ha muerto en el desierto, pero él no estaba entre la asamblea de los que se congregaron contra El Señor, en la congregación de Koraj, mas por su pecado él ha muerto” (Capítulo 27, versículo 3). Resulta que las hijas de Tselofjad comprendieron que si su padre hubiera formado parte de la congregación de Koraj, ellas no tendrían derecho de presentarse y solicitar parte de la tierra, tal como no pudieron hacerlo Datán y Aviram. Ya que debido a que ellos despreciaron la tierra (Capítulo 16, versículo 13) la ley impone que no reciban heredad.
Resulta que tampoco los hijos de Koraj formaron parte de la congregación de su padre, y por ello lograron quedar con vida. Pues entonces, también ellos, tendrán el derecho singular que tienen los Leviim en la tierra de Israel, al ser Dios su heredad. Por lo tanto, aprendemos de ello, que no es casual que la Torá menciona a los hijos de Koraj y a las hijas de Tselofjad en el capítulo del censo: unos y otros son dignos de heredar una parte de la tierra, ya que no participaron del enorme desprecio por la tierra anhelada, que tuvo lugar en el período de Koraj, y reconocieron su gravedad.
Entre las personas de la “segunda generación” del desierto, que son descriptos en nuestro capítulo, encontramos por lo tanto a personas con un espíritu especial, que pueden ser fuerzas significativas al ingresar a la tierra. Personas como por ejemplo Pinjás, los hijos de Koraj y las hijas de Tselofjad.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj del libro "Nekudat Ptijá" publicado por el Instituto "Tzomet".