Marcar el rumbo de la Divinidad

Marcar el rumbo de la Divinidad

Precisamente, en el momento de la aparición de la Divinidad y su revelación, la persona debe conocer sus limitaciones. David y Uzá, que se jactaron de direccionar la Divinidad, se equivocaron y fueron castigados

La buena intención de David de trasladar el Arca a Ierushalaim finalizó con Peretz Uzá. Resulta que su aspiración era inmadura y debe ser reparada.

¿Qué había  de malo el hecho de trasladar el Arca?

.El libro Shmuel hace hincapié en el pecado de Uzá. El hecho, el pecado y el castigo nos retrotraen a la inauguración del Mishkán, el Tabernáculo, y al pecado de Nadav y Avihú. En ambos sucesos, se trataba de momentos de elevadísimo apego a Dios, y justamente en ese momento, llega el castigo de manera contundente y aguda (Vaikrá, capítulo 10)

El castigo le impone límites a la persona, acota la proximidad a lo sacro, y le enseña a la persona  acerca del recato y la humildad. Precisamente, en el momento de la aparición de la Divinidad y su revelación, la persona debe conocer sus limitaciones.

Uzá actúa en reacción al accidente y en un intento por impedir la profanación del nombre de Dios, según su opinión, y sin embargo, él fue rechazado, y puesto en su lugar. La versión de Uzá, de que está protegiendo al Arca y lo sostiene, es un pecado. La Divinidad  no necesita de la persona, ni es la persona la que marca su rumbo. Los Cohanim (Sacerdotes) y los Leviim (Levitas) no cargan el Arca porque necesita que lo carguen, sino porque ellos fueron ordenados a hacerlo y deben aceptar el servicio sagrado y cumplir la voluntad de Dios.

Eel traslado del Arca a Ierushalaim sobre un carro nuevo indica que David intento mediante una disposición transitoria, proseguir el maravilloso viaje del Arca desde el campo de los Pelishtim, filisteos, a su sitio. Pro los pelishtim permitieron que las vacas se dirigieran a voluntad y fueron detrás del Arca, mientras que David colocó a Uzá y a su hermano para conducir el Arca.

Pues, las vacas fueron más inteligentes que la persona. Las vacas, que no gozan de voluntad propia, llevaron al Arca a su sitio, en el Monte Moriá, mientras que David y Uzá, que se jactaron de marcar el rumbo de los pasos de la Divinidad, se equivocaron y fueron castigados.

Editado por el equipo del sitio del Tanaj, extraído del libro “Oz Melej, Iyunim beSefer Shmuel”, ediciones “Midreshet HaGolán”

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