David escapa de Shaúl y se dirige al encuentro de Shmuel, con quien comparte ideas para embellecer el mundo. En los momentos difíciles, David sabe superar las dificultades momentáneas, sin perder de vista el objetivo y el propósito. De ese modo, se minimizan todos los pesares y los problemas toman sus verdaderas dimensiones.
David escapa de Shaúl y se dirige al encuentro de Shmuel. “Y fueron él y Shemuel y se asentaron en Naiot” (Capítulo 19, versículo 18)-“Se sentaban en Ramá y se ocupaban de las cosas para el mejoramiento del mundo” (Zevajim 54b). Este es el estilo de David. “Cuando se acercan contra mí los malhechores, mis adversarios y mis enemigos, para comer mi carne… Una sola cosa pido al Señor… que more yo en la casa del Señor todos los días de mi vida…” (Tehilim, Salmos, capítulo 27, versículos 2-4).
Shmuel no tiene tropas, y no puede defender a David de Shaúl. No se entrometió en el enfrentamiento entre ellos antes, ni tampoco después. No es Shmuel el que podrá conciliar el entuerto trágico entre ambos. David no le pidió que explicara, aplicara y concretara su profecía en realidad. David no considera a Shmuel como una “ciudad refugio” física que lo habrá de salvar de Shaúl, sino un refugio espiritual. En los momentos difíciles, David sabe sobreponerse a las dificultades momentáneas, los dolores y las complicaciones y alcanzar otro nivel, otra esfera espiritual, el nivel del objetivo y el propósito. Desde allí, podrá observar a toda su vida en su completud y grandeza. Se escapa hacia D-s, y de allí abreva la fuerza necesaria para el renovado afrontamiento de la dura realidad.
Precisamente ahora, encontramos por primera vez a David en un vínculo cercano a Shmuel: la misma noche en la que David escapó de Shaúl, aprendió del profeta Shmuel lo que un alumno veterano no aprende en cien años” (Midrash Shmuel 22)
En contraste con Shaúl que logró el padrinazgo y el cuidado del profeta desde el comienzo, que tuvo el mérito de la bondad de su guía y su palabra, David llegó a todo eso, recién ahora, en el momento de crisis. Están sentados y se ocupan de “cómo embellecer el mundo”-la construcción del Beit Hamikdash, el Gran Templo-que es el propósito, la esencia y la fuente del poder del reino de Israel. De esta forma, se minimizan todas las angustias y los problemas toman su verdadera dimensión. David toma fuerza ahora para regresar a lo que hasta ahora le parecía como un callejón sin salida, que lo encierra hasta su perdición. Retornará desde Naiot, mientras que en su corazón tiene la inspiración Divina que se requiere, a fin de confrontar y definir el enfrentamiento.
Editado por el equipo del sitio del Tanaj, del libro “Oz Melej-Iyunim beSefer Shmuel”, Ediciones “Midreshet Hagolán”.